La galería de los susurros, de Teresa Hernández

La galería de los susurros, de Teresa Hernández

Existe un pasillo que no tiene principio ni fin en el que el pasado se confunde. Es un lugar inhóspito habitado por seres extraordinarios que ocultan leyendas; casi ninguna tiene trascendencia, pero todas forman parte de la historia, la que vivimos y la que se vivirá.

Eso es La Galería de los Susurros…

Hace mucho tiempo, mientras estudiaba escuche por primera vez el término «galería de susurros», al principio no entendí el concepto, dado que nunca estuve en un lugar como el que me presenta la aventura de este libro, pero ahora sí que puedo ponerle forma y puedo diseñar aquel edificio con capacidad de transportar un sonido leve a otras partes de su espacio.

En esta novela, como metáfora de diseñar un edificio con «galería de susurros», nos encontramos la evolución de una mujer soriana, desde su más tierna infancia hasta su edad ya adulta. A través de ella nos contará aquellos hechos más relevantes que marcaron la vida de cinco de las generaciones de su familia, desde el S. XIX hasta la actualidad. Hechos que ocurrieron realmente y personajes que también en algún tiempo existieron.

Pese a que iremos de la mano de la familia de Teresa, estoy casi segura que este libro es fiel reseña de la vida de muchos castellanos. Independientemente de ser de Soria, Zamora, Avila o cualquiera otra provincia. Sin ir más lejos, la familia generacional de mi padre, hasta llegar a mi abuelo, fue jornalero. Tenía explotaciones de tierra, pero cada día trabaja de Sol a Sol para llevar un bocado de comida a su familia.

Mi abuelo lucho en las dos últimas guerras que azotaron España y lamentablemente en una de ellas fue herido gravemente. Pero siempre que pudo volvió al pueblo. Mientras que mi padre, al cumplir su mayoría de edad (21 años por aquel entonces) dejó su pueblo, cogió sus cuatro cosas y se fue a trabajar a una gran urbe como Madrid.

En el primer capítulo describe la vida rural en la Castilla más profunda del S.XIX. Iremos de la mano de un Manuel, un agricultor que reside en una pequeña aldea, es analfabeto y en el lecho de su vida cuenta lo que ha sido su dura vida: la dureza del clima, las penurias que le ha tocado vivir, lo rebelde que fue en su juventud y la sumisión a la que edad le obliga.

En el segundo capítulo, conocemos a un pastor ignorante que es reclutado para combatir en la guerra de Cuba y nada más llegar es herido. Es una historia triste, que respira lo peor de España a finales del S.XIX, vivida por un hombre de sin cultura que no entiende a que se debe el motivo de su lucha, ni siquiera sabe decirnos donde se encuentra.

En el tercer capítulo iremos de la mano de Pedro, para conocer la pérdida de las colonias africanas. Logrará sobrevivir ante el desastre de Annual para regresar a su pueblo donde deseaba reconstruir su vida, pero sin embargo debe de emigrar a Madrid para conseguir alimento para su familia. Sin embargo, en la capital estalla la Guerra Civil.

En el cuarto capítulo nos encontramos con Pedrito, un joven que vive su infancia en El Rastro madrileño en plena postguerra. Donde seremos fieles espectadores de las leyendas castizas. Según mi punto de vista es el más capítulo más divertido y alegre. Donde me he podido reír, pese a la crudeza del resto de capítulos. Y pese a ser un hombre herido, no se describe tan triste como el resto.

Ya en el último capítulo (quinto) nos encontramos con Teresa, una mujer actual y adulta que intenta comprender la historia de sus antepasados. Historia que muchos de los que somos hijos de castellanos, nos vemos reflejados, ya que la mayoría de las historias que preguntemos son similares.

Es una narración costumbrista escrito por Teresa Hernández, ganadora del III Premio de narrativa de la editorial Libros Mablaz. Muy duro pero entrañable y con mucho sentido de humor. Y un sentido homenaje a los tiempos pasados y presentes a todos los sorianos.

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